Hoy entramos en un nuevo tiempo dentro del calendario litúrgico de la Iglesia: el TIEMPO ORDINARIO.
Son treinta y tres o treinta y cuatro semanas en el transcurso del año, en las que no se celebra ningún aspecto particular del misterio de Cristo. Es el tiempo más largo.
El Tiempo ordinario ocurre dos veces en el año litúrgico: del lunes después de la Epifanía del Señor (6 de enero) hasta el miércoles de ceniza y desde el día después de Pentecostés hasta el primer domingo de Adviento.
Este Tiempo consiste en la meditación de la Palabra y de los gestos de Jesús que no narran acontecimientos celebrados en fiestas de Navidad o Pascua. Se trata de mantener y hacer crecer la fe en Jesús.
El color que distingue a este tiempo es el color verde, que significa esperanza, cuando todo florece, reverdece y se renueva.